Nota: Artículo original publicado en Global Asia.
En los últimos 30 años, China ha crecido a un ritmo medio del 10% anual, habiendo multiplicado por más de 40 veces el tamaño de su economía. En lo que se refiere al Producto Interior Bruto, el agregado macroeconómico más conocido para medir la riqueza de un país, muy poca distancia le separa en estos momentos de Estados Unidos.
En muchos aspectos, como por ejemplo en el caso de las exportaciones, el gigante asiático ya se ha convertido en líder mundial, al igual que es actualmente el principal importador de muchas materias primas, como cobre, carbón, acero, hierro… En cualquier caso, de alguna manera todavía falta por oficializar ese importante hito de desbancar al país que ha disfrutado del liderazgo económico mundial durante más de un siglo.
A finales del pasado mes de Marzo, la OCDE daba a conocer sus estimaciones para este año y el siguiente, en las que espera un crecimiento del 8.5% y 8.9% respectivamente. Asimismo, afirmaban que China superará a la actual primera economía del mundo en el año 2016.
En poco más de una semana se publicarán las “Perspectivas de la Economía Mundial” por parte del Fondo Monetario Internacional. En la última actualización en el mes de Enero, esta organización no realizó cambios respecto a sus últimas previsiones en Octubre del pasado año, en las que estimaba un crecimiento del 8.2% y 8.5% en los dos próximos años. En este caso, el FMI cree que China se convertirá en la primera potencia mundial en el año 2017, con un PIB de 20.000 billones de dólares en términos de paridad del poder adquisitivo.
Por su parte, el objetivo del gobierno chino es algo menos optimista y se sitúa, por segundo año consecutivo, en el 7.5%. De todas formas, en los siete años anteriores el objetivo fue del 8% y, sin embargo, en todos ellos el crecimiento estuvo por encima, alcanzando en media el 11%.
A pesar de los temores de varios economistas de un aterrizaje forzoso, también conocido en inglés como “hard landing”, y de algunos riesgos que pueden frenar el crecimiento futuro, no parece que sea probable que esto vaya a producirse. Las cifras que ahora podrían ser muestra de una gran preocupación, debido a la importancia cada vez mayor del país asiático en la economía mundial, les parecían bastante razonables a los analistas hace algunos años, estimando incluso crecimientos mucho menores.
A punto de cumplirse 10 años del primer completo estudio de Goldman Sachs sobre los países BRIC, acrónimo utilizado por primera vez por el economista jefe Jim O’Neill para englobar a Brasil, Rusia, India y China, se puede observar cómo aquéllas previsiones fueron demasiado pesimistas.
En ese informe realizado en Octubre de 2003, se indicaba que China se convertirá en la primera economía del mundo en el año 2041. Por establecer una comparativa, en aquél momento se estimaba que el crecimiento económico en el año 2012 se situara en el 6%, frente al 7.8% que ha sido realmente.
En los cinco años posteriores a la fecha del informe esperaban que el PIB frenara su ritmo hasta un crecimiento medio del 7.7%. A pesar de la fuerte crisis internacional que por supuesto no se preveía entonces, el PIB chino alcanzó en términos reales el 11.6% en media en ese periodo.
Poco más de tres años después, en Marzo de 2007, el propio banco revisó estos datos, afirmando que China superaría a Estados Unidos en el año 2027. De hecho, antes ya habían rebajado esa estimación hasta el año 2035. En la década que finalizará en el año 2015, también estimaban un crecimiento del 7.7% y, a falta de tres años y si no se producen eventos inesperados, alcanzaría realmente el 9.9%.
Considerando estimaciones más recientes, un informe del Banco Mundial de finales de Febrero del año pasado en el que presenta sus previsiones hasta el año 2030, prevé que la economía crecerá alrededor del 7% entre el año 2016 y 2020. En el estudio anteriormente citado de Goldman Sachs de hace 6 años esa cifra era del 5.4%.
En el mismo, también se indica que la media en el lustro que terminará en el año 2030 será del 5% aproximadamente, frente al 4% que consideraba el banco norteamericano. Un reciente estudio de la Reserva Federal de Estados Unidos de Enero de este mismo año se mostraba más optimista apuntando a que la tasa caería hasta el 6.5% en esa fecha.
Por su parte, en el primer informe “El Mundo en 2050” de PricewaterhouseCoopers realizado en Marzo de 2006, estimaban un crecimiento del 5.5% en el año 2012. A partir del año 2026 consideraban que el ritmo rondaría el 3%.
Exactamente dos años después ajustaron considerablemente sus previsiones hasta el 8% en 2012, afirmando además que China tomaría el relevo como líder mundial en 2025. En su última actualización el pasado mes de Enero coinciden con el FMI en que China superará a Estados Unidos en el año 2017.
Por lo tanto, queda patente la enorme dificultad de realizar estimaciones a largo plazo y más aún en un entorno tan dinámico y con unos aspectos singulares como es la economía china. En ningún caso se esperaba el impresionante despegue acontecido en los últimos años del país asiático.
Sin embargo, atendiendo al PIB per cápita los niveles están todavía muy alejados de Estados Unidos. Actualmente, en términos de paridad del poder adquisitivo alcanza los 9.200 dólares, muy inferior a los casi 50.000 dólares del país norteamericano. De todas formas, el crecimiento ha sido también espectacular, ya que en el año 1990 era sólo de 800 dólares. En los próximos 5 años el FMI espera que alcance los 15.000 dólares, aunque será todavía 4 veces menos que la economía estadounidense.
Según aquéllas estimaciones comentadas de Goldman Sachs en el año 2007, aunque se ha comprobado que fueron bastante pesimistas, la diferencia entre ambos seguirá siendo muy amplia en el futuro, representando en Estados Unidos casi el doble dentro de 40 años.
Parece claro que el fuerte ritmo de crecimiento a tasas de dos dígitos es imposible que se repita en el futuro. A partir de ahora, la gran preocupación mundial y de una buena cantidad de países ahora dependientes de la economía china, es la forma en que va a evolucionar.
Sin lugar a dudas, la inversión ha representado una parte muy importante del PIB, habiendo alcanzado en media un 43% del PIB desde el año 2000. A pesar de que es cierto que las exportaciones han contribuido al crecimiento del país, las importaciones han sido también elevadas. Por este motivo, considerando el valor de las exportaciones netas, la contribución ha sido prácticamente nula en los últimos años y así será también en los próximos ejercicios.
Por lo tanto, dentro de la ecuación del PIB sólo queda el consumo, que deberá ser estimulado de manera que aumente significativamente su participación en el crecimiento. Hay que recordar que la tasa de ahorro en China está entre las más elevadas del mundo, por lo que cualquier acción que dirija parte de ese patrimonio de las familias hacia la adquisición de productos y servicios provocará un aumento de la demanda interna que, a su vez, favorecerá que el crecimiento continúe a un ritmo sostenido.